jueves, 30 de agosto de 2012

zarrio



Le había dado mi mechero a un emigrante reiterado en la misma calle que él pavimentó cuando llegó de Guinea, ahora marchaba al norte francés. Con esta estrategia, le había colocado un cartel de toros en el bolsillo de la camisa y me había privado de encender a voluntad voluntariamente.

Por el humo comprobé que se sabe dónde estaban:

-Mire usté, yo viuda, él viudo y su yerno ma dicho que hacemos mu buena pareja, pero él no me quiere

Y quiere darme fuego? me dirigí al señor del purito, del bigotito

-Señora, el amor verdadero no es domesticable, no le hizo gracia y se marchó entre el humo reciente

-Para su edad no está nada mal en lo tocante al físico, está tocada?

-Lo que es la cabeza, es la más majarona del mundo; la Cristina lleva ya un año así, todos los días, y enseñando los 300 euros de la cartilla, que cualquier día un porreta se la va a camelar y se los quita.

Me senté a su vera, bajo el chorro de aire caliente expulsado del banco, era más fresco que el ambiente

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